¿Es cierto que los políticos tradicionales y los llamados “líderes sociales” ya no logran movilizar a los votantes más allá de un círculo reducido? Así parece. Los electores se están moviendo no por lo que alguien les diga que hagan, sino más bien por lo que sienten. Y ese sentimiento está marcado por el rechazo al sistema y a los «politicosaurios».

La bronca se canaliza en las urnas, una catarsis colectiva que ya se repite en gran parte de América Latina. No es la política en sí lo que se rechaza, sino a quienes la representan, a esos políticos de siempre, a esos esquemas que han hecho de la corrupción y el abuso de poder algo normal, algo que no tiene solución.

El Rechazo Como Voto

El voto de opinión está derrotando al voto estructurado. Ni las maquinarias electorales mejor aceitadas, ni el dinero, ni el acarreo o la compra de votos importaron tanto en estos años como la bronca de la sociedad hacia todo lo que huela a político tradicional.

Estructuras que ya no Funcionan

Las campañas siguen desperdiciando recursos en sostener estructuras clientelares, en pagar a líderes para que “estén de nuestro lado” y garanticen la convocatoria. Pero esos personajes están agotados. Ya no representan ni votos ni movilización genuina. A lo sumo, pueden llenar una plaza con acarreados, pero detrás de eso no hay ningún apoyo real. Peor aún, asociarse con este tipo de personajes es un lastre, porque cargan con todos sus negativos.

Liderazgos que Ralentizan

Los liderazgos tradicionales ya no solo son un error estratégico, también encarecen las campañas, debilitan las estructuras propias y malgastan los recursos en algo que ni se puede medir, ni auditar. Se trata de una simulación, una representación costosa de poder que, en realidad, no existe. Estos liderazgos no representan a nadie. Meter a políticos tradicionales en una campaña es destruir la narrativa de independencia y autonomía que hoy en día es imprescindible para captar el voto.

Nuevos Liderazgos o Nada

Hoy, los únicos liderazgos que realmente valen la pena son aquellos nuevos, personas que tienen una base social real y comprobable. Los políticos de siempre ya no influyen en la opinión pública, más bien la contaminan. Y lo peor es que mantener a estos parásitos políticos en nuestras campañas debilita la estructura interna. Esa estructura interna es lo que más hay que fortalecer, porque es lo único que se puede auditar, medir, y que con un buen manejo, puede ofrecer una gestión eficaz y controlada.

Desconfianza Generalizada

La desconfianza hacia los políticos tradicionales ya está instalada. Si queremos una campaña efectiva, no basta con un discurso anti política. La “antipolítica” es una actitud, no una estrategia. La sociedad ya no confía en el sistema, ni en las normas, ni en el espectáculo de la política tradicional. Y mucho menos en quienes representan ese sistema. La ciudadanía está buscando a alguien que los represente de verdad, que les hable directo. No quieren más intermediarios. La furia, el descontento y el deseo de romper con todo ya dominan el escenario político. Y sumarse a las viejas estructuras es ir en la dirección equivocada.

El Voto de la Bronca

Hoy, la bronca es en sí misma un motivo para votar. La sociedad vota desde la furia y el desencanto, y eso es lo que está marcando la tendencia en las elecciones.

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